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El Leviatán

  • Federico Sordi
  • 26 nov 2020
  • 3 Min. de lectura

El filósofo inglés Thomas Hobbes es a menudo considerado uno de los grandes aportantes a la teoría política en la historia, y esto conlleva a diversos debates sobre sus influencias y su verdadero impacto en el pensamiento político no solo de su época, sino en las posteriores e incluso en la concepción del Estado moderno, por lo que se la puede considerar a su obra, y más específicamente al Leviatán, como un trabajo de muy gran valor en lo que a postulados teóricos refiere. Al hablar sobre su más clara influencia debe mencionarse la de Nicolás Maquiavelo, que aunque no sea el único es fácil rastrear la idea de la separación del accionar político al de las cuestiones de índole moral. Más específicamente, el hecho de que puede verse continuada la idea de que el gobernante no debe buscar la legitimidad en elementos alejados de la comunidad política sino que el fundamento del orden político se encuentra en el consenso voluntario entre individuos libres e iguales por naturaleza. Las razones por las que llega a esta conclusión es fácilmente rastreada en el contexto de la época donde vive, donde el orden político se ve amenazado por el peligro constante de guerras civiles entre bandos que se apoyan en la religión para asumir el poder. Sin embargo, al plantear una idea de tal novedad para la época puede verse una clara ruptura con los teóricos de la Antigüedad al fundar una corriente conocida como contractualismo, la cual introduce una nueva forma de pensar el surgimiento de regímenes políticos. Entonces, para llegar a esta conclusión Hobbes procede a plantear que los seres humanos poseen pasiones de diferente tipo que siempre van a querer satisfacer. Sin embargo, dichos deseos solo sirven para moverlos, ya que estos mismos nunca pueden ser satisfechos del todo. Es entonces cuando introduce la idea de que la felicidad es el deseo último al que el individuo aspira, y por lo tanto mientras más deseos sea capaz de cumplir más feliz va a ser este mismo, formando una especie de ciclo. Por lo tanto, la gloria, dice el autor, será el reconocimiento del poder que uno posee para satisfacer deseos futuros, mientras que la vanagloria es un reconocimiento erróneo de dichas capacidades, la que genera que existan individuos dedicados exclusivamente a reclamar como suyo todo lo que otros poseen, ya que no existe impedimento alguno que se lo prohiba. Es esta idea la que permite establecer que todos los humanos en una condición de naturaleza poseen derecho por sobre todas las cosas, siendo esta la causante de que entren en guerra constantemente en vez de buscar el progreso. Esta situación es en la que se encuentran por naturaleza, donde el avance es imposible ya que los individuos concentran todos sus recursos ya sea en atacar en búsqueda de gloria constantemente o en atacar a otros bajo el pretexto de buscar defenderse. Por lo tanto puede decirse que el estado de naturaleza del ser humano es el de la guerra constante. Para explicar por qué estos individuos van a buscar la paz, el medio más adecuado para conseguir la felicidad es que enuncia una serie de leyes naturales. Dichas leyes permiten explicar que los individuos pueden optar a renunciar a sus derechos por sobre todas las cosas en pos de la misma, siempre y cuando el resto de las partes se comprometa a hacer lo mismo. De esta acción es de donde sale la idea de un “pacto social”, una especie de tregua donde los que lo componen ceden parte de sus derechos a una figura, sea la de una persona o un conjunto de las mismas, para que esta misma pueda defenderlos mediante la creación de leyes y garantice la paz por consiguiente.

Para caracterizar esta idea Hobbes recurre al uso de una figura bíblica, el Leviatán, que es un gigante construido por los humanos para garantizar su protección. Mediante esa metáfora pretende dar a entender que el Estado es artificial, es decir, construido por la comunidad política y que no es una situación natural para estos mismos, sino que el miedo a ser asesinados por sus pares los impulsa a generar pactos que les permitan convivir y generar progreso con beneficios mutuos. Finalmente, existen críticas que pueden hacérsele al postulado teórico del Leviatán, como la presunción de la existencia de una única naturaleza humana o que se piense en una situación de naturaleza del ser humano que no puede ser identificada fácilmente en la historia pero es reconocido que su aporte a la teoría política moderna es considerable al concebir una rama entera sobre el estudio del orígen del orden político y del Estado.

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